El psiquiatra y sociólogo italiano Paolo Crepet no se anda con rodeos. Con décadas de experiencia clínica y una larga lista de libros que invitan a la reflexión, hoy lanza una de sus críticas más duras: “Estamos ante la peor generación de padres de la historia”. Y no lo dice por provocar, sino porque ve con claridad las consecuencias de una crianza basada en la sobreprotección, la dependencia tecnológica y la ausencia de límites reales.
En una entrevista reciente para el medio italiano Libreriamo, Crepet —autor de Biting the Sky— denuncia una tendencia creciente entre los adultos: criar hijos incapaces de enfrentar la vida por sí mismos. Según él, muchos padres han dejado de preparar a sus hijos para el mundo real y, en cambio, han creado entornos artificiales donde todo se resuelve por ellos, sin que tengan que tomar decisiones, equivocarse o sufrir frustraciones. “Deben enseñar a sus hijos a volar, no a quedarse en el dormitorio”, sentencia.
Una generación criada en una burbuja
Para Crepet, uno de los errores más graves de la crianza actual es la sobreprotección. No se trata de cuidar, sino de impedir que los hijos crezcan. Esta actitud, lejos de protegerlos, los paraliza emocionalmente. “Estamos fabricando adultos inseguros, inmaduros y dependientes”, advierte. Jóvenes que llegan a los 30 años sin saber enfrentarse a un ‘no’, incapaces de tolerar la frustración o de tomar decisiones sin consultar antes a sus padres… o a Google.
Y aclara algo clave: el problema no son los jóvenes, sino el entorno que se ha construido alrededor de ellos. “No serán capaces de pensar con independencia si todo se les da resuelto”, afirma. En otras palabras: no es culpa de los hijos que no sepan caminar solos, sino de quienes no les han enseñado a hacerlo.
Influencers, pantallas y la pérdida del yo
La crítica de Crepet también alcanza a la cultura digital que envuelve a niños y adolescentes. Redes sociales, influencers y modelos superficiales están reemplazando a la familia y la escuela como referencias de identidad. “Si hay influencers con 20 o 30 millones de niños siguiéndolos, es una desgracia”, declara. Para él, estamos viendo una estandarización global que borra la individualidad y fomenta comportamientos vacíos, donde lo importante no es pensar ni sentir, sino imitar lo que dicta la moda.
Esta influencia masiva, unida a la hiperconexión, no solo afecta la forma de relacionarse con los demás, sino también la forma en que los jóvenes se relacionan consigo mismos. “La mayor forma de soledad es pasar el tiempo con las personas equivocadas”, afirma Crepet, señalando que la saturación de estímulos digitales no llena, solo distrae.
Padres que no educan, sólo entretienen
En el fondo, lo que Crepet denuncia es una falta de valentía educativa. Muchos padres han renunciado a poner límites, a decir “no”, a frustrar —aunque sea por amor—, por miedo a no ser queridos o por comodidad. “Hacen cosas de completos idiotas”, dice sin matices. Prefieren calmar con una pantalla que educar con el ejemplo. Optan por resolver con dinero lo que exige tiempo, escucha y coherencia.
Y cuando los problemas aparecen, buscan soluciones fáciles para problemas complejos. “La gente quiere resolver todo de la forma más simple y banal posible”, lamenta. Una receta de tres pasos, una app que organice las emociones, una técnica que elimine las rabietas. Pero la educación no es magia, ni marketing. Es tiempo, es vínculo, es conflicto, es guía.
El precio de evitar el dolor
Detrás de la sobreprotección se esconde un profundo miedo al dolor. Padres que no soportan ver sufrir a sus hijos terminan impidiendo que crezcan. Pero la vida duele, y aprender a vivir también. Quien no aprende a perder, no sabe ganar. Quien no enfrenta obstáculos, no descubre su fortaleza.
“Estamos criando idiotas”, repite Crepet con una crudeza que incomoda, pero que también invita a la reflexión. Idiotas en el sentido griego: personas que no piensan en lo común, que no se comprometen con la vida, que viven para sí, sin raíces ni rumbo. No porque hayan nacido así, sino porque se les ha impedido ser otra cosa.

¿Y ahora qué?
¿Estamos a tiempo de revertir este camino? Según Crepet, sí, pero requiere un cambio profundo en la forma de ver la crianza. No se trata de volver al autoritarismo, sino de recuperar la autoridad. No se trata de desconectar a los hijos del mundo digital, sino de enseñarles a usarlo con criterio. No se trata de criar sin errores, sino de hacerlo con responsabilidad y presencia real.
Educar no es evitar el sufrimiento, es enseñar a vivir con él. No es salvar a los hijos de cada caída, es darles herramientas para que puedan levantarse. Porque algún día, todos volarán. Y cuando ese día llegue, no bastará con que tengan un móvil en la mano. Necesitarán alas.
Conclusión
Las palabras de Paolo Crepet pueden sonar duras, pero tocan un nervio real: la crianza moderna está creando adultos frágiles en un mundo que exige fortaleza. Tal vez no se trata de ser “el mejor padre del mundo”, sino de ser uno valiente. Valiente para guiar, para frustrar, para esperar, para decir que no. Y sobre todo, para dejar ir.
REDACCIÓN WEB DEL MAESTRO CMF